Muchos cristianos se preguntan cómo discernir la voluntad de Dios para sus vidas, a veces recurriendo a métodos como echar suertes o “poner un vellón” como señal. Sin embargo, estas prácticas pueden ser problemáticas e incluso peligrosas. La Biblia no prescribe echar suertes como un medio regular para la toma de decisiones para los creyentes de hoy. En el Antiguo Testamento, esta práctica estaba estrictamente regulada dentro del sacerdocio, involucrando objetos sagrados como el Urim y el Tumim. El echar suertes en el libro de Hechos para elegir un reemplazo para Judas fue un evento único guiado por el Espíritu Santo. No encontramos un principio bíblico que ordene o incluso sugiera esto para las decisiones cotidianas.
Buscar revelación directa e inmediata a través de tales métodos puede verse como tentar a Dios. Si bien Dios proporcionó revelación sobrenatural en las Escrituras, el canon de las Escrituras ahora está cerrado. No tenemos acceso al mismo tipo de revelación directa que se les dio a las figuras bíblicas. En cambio, estamos llamados a basar nuestras vidas y decisiones en las enseñanzas de las Escrituras. La Biblia proporciona los principios y la sabiduría que necesitamos para navegar las decisiones de la vida.
Confiar en los sentimientos o experiencias subjetivas en lugar de los principios bíblicos puede llevar a la confusión espiritual. Una anécdota humorística sobre un cura que esperaba la guía del Espíritu para afeitarse ilustra este punto. El obispo sabiamente le aconsejó que se afeitara diariamente como una cuestión de principio, en lugar de buscar guía sobrenatural para asuntos triviales.
Echar suertes o buscar señales puede ser una forma de pereza espiritual, reemplazando la confianza en la Palabra de Dios con la dependencia de experiencias místicas. Tales prácticas también pueden conducir a la superstición y a una comprensión distorsionada de la voluntad de Dios. Deberíamos enfocarnos en estudiar las Escrituras, orar por sabiduría y buscar el consejo de cristianos maduros al tomar decisiones.
El verdadero discernimiento proviene de una comprensión profunda de la verdad bíblica y una disposición a someter nuestras vidas a la voluntad de Dios como se revela en Su Palabra. Debemos ser cautelosos con las prácticas que se asemejan a la magia o la adivinación, confiando en cambio en el fundamento sólido de las Escrituras para la guía en todos los aspectos de la vida. Nuestro enfoque debe estar en vivir de acuerdo con la voluntad revelada de Dios, no en buscar señales o experiencias extraordinarias. Una vida cristiana madura se caracteriza por la obediencia a la Palabra de Dios y la confianza en Su providencia, no por buscar atajos a la guía divina.