El terremoto de magnitud 4.8 que sacudió Nueva Jersey y el noreste el 5 de abril de 2024, llevó al descubrimiento de una falla geológica previamente desconocida. Esta falla podría explicar el inusual patrón de sacudidas experimentado, donde los temblores más fuertes se sintieron a kilómetros del epicentro en Tewksbury Township, Nueva Jersey.
Si bien el epicentro sufrió daños mínimos, áreas como la ciudad de Nueva York, a 60-80 kilómetros de distancia, reportaron fuertes sacudidas y daños menores. Esta inusual distribución de la actividad sísmica desconcertó a los investigadores, lo que llevó a una mayor indagación.
El estudio, dirigido por Won-Young Kim del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Escuela del Clima de Columbia, reveló que la energía del terremoto viajó hacia abajo, a la frontera entre la corteza y el manto terrestre, aproximadamente a 32 kilómetros de profundidad. Al llegar a este límite, la energía se redirigió hacia arriba, concentrando la sacudida más fuerte bajo el área de la ciudad de Nueva York. Este fenómeno explica por qué las áreas más alejadas del epicentro experimentaron una sacudida más intensa que las ubicaciones más cercanas al origen del terremoto.
La falla recién descubierta, que corre de sur a norte y se inclina hacia el este en un ángulo de 45 grados, se cree que es responsable de esta inusual redirección de energía. A diferencia de las fallas verticales tradicionales, esta falla en ángulo canalizó la energía sísmica hacia el noreste, lo que provocó el patrón de sacudida inesperado.
Este descubrimiento destaca la diferencia entre los terremotos en el noreste y los de la costa oeste. Mientras que los terremotos de la costa oeste a menudo son causados por el desplazamiento de las placas tectónicas, los terremotos del noreste se originan en zonas de fallas antiguas reactivadas, formadas hace millones de años durante la separación de América del Norte y Europa. Estas áreas continúan ajustándose, lo que resulta en actividad sísmica ocasional.
Los investigadores estiman que los terremotos de esta magnitud ocurren en el noreste aproximadamente cada 100 años. Sin embargo, la región tiene el potencial de terremotos significativamente más grandes, hasta de magnitud 7, cada pocos miles de años. Un terremoto de tal magnitud hoy en Nueva Jersey tendría consecuencias catastróficas.
Después del terremoto de abril, los científicos desplegaron una red de sismómetros para monitorear las réplicas y recopilar datos para mapear las fallas de la región con mayor precisión. Esta información será crucial para reevaluar los peligros potenciales de terremotos y actualizar los códigos de construcción para mitigar el impacto de futuros eventos sísmicos en el densamente poblado noreste.
Este reciente terremoto sirve como un recordatorio de la importancia de comprender la actividad sísmica regional y prepararse para posibles terremotos, incluso en áreas que tradicionalmente no se consideran zonas de alto riesgo. El descubrimiento de la nueva falla subraya la necesidad de investigación continua y preparación para minimizar el impacto de futuros terremotos en Nueva Jersey y las áreas circundantes.