Un reciente sismo de magnitud 4.8 en Buffalo, Nueva York, sirve como recordatorio del riesgo sísmico que enfrenta el estado, particularmente en áreas densamente pobladas como la ciudad de Nueva York. Si bien este evento causó daños mínimos, plantea preguntas sobre el impacto potencial de un terremoto de mayor magnitud en una región con infraestructura envejecida y alta densidad de población. Los modelos de posibles escenarios sísmicos en Nueva York revelan una concentración significativa de riesgo en el área de la ciudad de Nueva York. Incluso ligeras variaciones en la ubicación y magnitud de un futuro terremoto podrían resultar en pérdidas financieras sustanciales, que potencialmente excederían los $100 mil millones de dólares en daños asegurados. La profundidad de una ruptura sísmica también juega un papel crítico en la determinación de la intensidad del movimiento del suelo y el daño subsecuente, con terremotos menos profundos generalmente causando impactos más severos.
Un estudio de 2003 realizado por el Consorcio del Área de la Ciudad de Nueva York para la Mitigación de Pérdidas por Terremotos (NYCEM) estimó que un terremoto de magnitud 5.0 en la ciudad de Nueva York podría causar aproximadamente $8 mil millones de dólares en daños (ajustado a dólares de 2024), mientras que un terremoto de magnitud 6.0 podría resultar en pérdidas de alrededor de $67 mil millones de dólares (2024 USD). Estas cifras subrayan la vulnerabilidad de la ciudad a los eventos sísmicos y el potencial de consecuencias económicas significativas. Es crucial tener en cuenta que estas estimaciones se basan en datos de 2003 y no tienen en cuenta el aumento de la exposición y el desarrollo en los años posteriores. Por lo tanto, el impacto económico real de un gran terremoto hoy podría ser considerablemente mayor.
Los modelos de catástrofes se centran principalmente en los daños a la propiedad, pero el impacto real de un gran terremoto se extiende mucho más allá de la destrucción física. Un terremoto severo en la ciudad de Nueva York podría paralizar la infraestructura crítica, lo que provocaría una interrupción generalizada. Las redes de transporte, incluidos los subterráneos, puentes y túneles, podrían sufrir daños significativos o incluso colapsar, lo que limitaría gravemente la movilidad.
Los servicios esenciales como el agua, el gas, la electricidad y los sistemas de comunicación también son vulnerables a las interrupciones. Los daños a estos sistemas podrían provocar cortes de energía generalizados, apagones de comunicación y escasez de recursos esenciales. Tales interrupciones podrían obstaculizar significativamente los esfuerzos de rescate y recuperación, exacerbando el impacto general del desastre. Además, los daños a las instalaciones de atención médica podrían abrumar los servicios de emergencia y comprometer la capacidad de brindar atención médica oportuna a los necesitados.
Las consecuencias económicas de un gran terremoto en la ciudad de Nueva York podrían ser profundas. Las empresas podrían enfrentar períodos prolongados de cierre, lo que generaría pérdidas financieras significativas y reclamos de seguros. Los mercados financieros, particularmente Wall Street, podrían experimentar una volatilidad extrema debido a la incertidumbre y el miedo, lo que podría desencadenar repercusiones económicas mundiales. Si bien la resiliencia demostrada durante la pandemia de COVID-19 sugiere que algunas funciones comerciales podrían continuar de forma remota, la interrupción sustancial y el desplazamiento de empleados son inevitables.
Eventos pasados como el huracán Sandy y las severas inundaciones repentinas en septiembre de 2023 destacan la vulnerabilidad del noreste de los EE. UU. a los desastres naturales y subrayan la necesidad de estrategias integrales de preparación y resiliencia. Estos eventos ya han transformado el mercado inmobiliario, lo que ha llevado a una mayor demanda de valoraciones precisas de propiedades e inspecciones in situ más frecuentes por parte de las aseguradoras.
Los impactos de gran alcance de los incendios forestales canadienses de 2023, que causaron niveles récord de contaminación del aire en la ciudad de Nueva York, demuestran aún más la interconexión de los eventos regionales e incluso globales y la necesidad de planes sólidos para proteger a los residentes de una variedad de peligros potenciales.
Si bien la probabilidad de un gran terremoto en la ciudad de Nueva York podría ser menor que la de otros desastres naturales como tormentas o inundaciones, las consecuencias potenciales son graves. Analizar el reciente terremoto de magnitud 4.8 y considerar los peores escenarios posibles puede informar y fortalecer los esfuerzos en curso para mejorar la preparación y la resiliencia de la ciudad ante terremotos. Aprender de los cuasi accidentes e incorporar conocimientos de diversas fuentes es crucial para mitigar los riesgos y garantizar un futuro más seguro para la ciudad de Nueva York.